El cornicello napoletano, también conocido como "cuerno de la suerte", es uno de los amuletos más representativos de la cultura del sur de Italia, con una historia que se remonta al menos 3,500 años, en la edad de bronce. En aquella época, se colocaba fuera de las puertas una cornamenta bovina pues se creía que la misma traería fertilidad y el bienestar de la familia. La forma curva y puntiaguda del cuerno evocaba la fuerza y virilidad de los animales, símbolos fundamentales de prosperidad y abundancia en las antiguas sociedades agrícolas y ganaderas.
En esas épocas, el bienestar de una familia se medía en función de sus recursos, incluyendo el número de animales que poseían, ya que estos representaban tanto una fuente de alimento como un instrumento de trueque o negociación. Los cuernos, además de su asociación con la fertilidad, también se vinculaban con el poder; cuanto más grande era el cuerno, mayor fuerza y autoridad poseía el portador, lo que llevó a que se convirtiera en un elemento esencial en la simbología de los guerreros de la antigüedad.
Hoy en día el cornicello conserva su valor como símbolo de protección contra el mal de ojo, en las calles de Nápoles se puede encontrar muy frecuentemente colgado a la entrada de algunos negocios o a la venta como suvenir para los turistas. Tradicionalmente se elabora de materiales como coral, hueso o metales preciosos, aunque también puedes encontrar sus versiones de plástico o cristal, casi siempre es de color rojo, pues este tono es considerado un repelente eficaz contra las malas energías. Sin embargo, para que el amuleto funcione, se cree que debe ser regalado, no comprado por uno mismo; el gesto de regalarlo le confiere una fuerza especial, así que ya sabes que puedes regalar a tus seres queridos al regreso de tu próximo viaje a Italia.
En el Nápoles moderno, el cornicello ha trascendido su función como amuleto de protección para convertirse en un ícono cultural. Así, este simbolo de buena suerte conecta el pasado con el presente, mostrando cómo una tradición antigua sigue viva y representa la identidad y el orgullo de un pueblo.